¿Cómo aprender idiomas?

Hay tres componentes en el aprendizaje de un idioma extranjero:

  1. Entender la estructura del idioma, la “gramática”.
  2. Memorizar las palabras del idioma, el “vocabulario”.
  3. Comunicarse en ese idioma hasta hacerlo de forma automática, la “práctica”.

Al empezar a estudiar un idioma nuevo, conviene ocupar ¼ del tiempo con la gramática, ¼ con el vocabulario y ½ con la práctica. Es decir, que la mitad del tiempo debe dedicarse a practicar las cuatro habilidades lingüísticas: hablar, escuchar, leer y escribir. Para que el aprendizaje del idioma sea eficaz, debe darse un equilibrio diario (o, al menos, semanal) entre sus componentes. No pases horas trabajando con tarjetas de memoria o viendo Netflix en inglés, y diciéndote que estás aprovechando bien el tiempo. Un balance diario entre aprendizaje y práctica del idioma mejorará mucho más rápido tus habilidades que un atracón.

Si ya no eres un principiante en el idioma objetivo, puedes optar por enfocarte en alguno de tus puntos débiles o dejar de trabajar por un tiempo alguno de tus puntos fuertes. Ten la precaución de no crear nuevos puntos débiles por ignorar una habilidad durante demasiado tiempo.

La mayoría de los métodos de aprendizaje de idiomas enseñan un poco de gramática y un poco de vocabulario a los alumnos y, después, les dan tiempo para practicar lo aprendido. Ese ciclo se repite una y otra vez, de modo que, con el tiempo, van acumulando más conocimientos de gramática y de vocabulario. Un curso de idiomas en el extranjero es un buen ejemplo de este enfoque balanceado. Los estudiantes tienen unas cuantas horas de clase diarias para aprender nuevo vocabulario y gramática, y luego pasan el resto del día practicando sus habilidades lingüísticas en un entorno de inmersión.

No obstante, hay otros métodos que intentan responder a la misma pregunta de “cómo estudiar idiomas“. Tradicionalmente, los sistemas escolares han enfocado la mayor parte de sus esfuerzos en la gramática y el vocabulario, dejando poco tiempo para la práctica. Este enfoque memorístico lleva a que los alumnos adquieran un buen dominio técnico del idioma (conjugaciones verbales, sintaxis, definiciones, etc.), pero un pobre dominio práctico del mismo. Los estudiantes que aprendieron un idioma mediante la memorización no suelen sentirse cómodos hablándolo, ni siquiera tras muchos años de instrucción.

En el extremo opuesto, los niños cazan los idiomas al vuelo. Aprenden a utilizar el vocabulario y las estructuras gramaticales mediante imitación y sin ningún tipo de instrucción formal. Este método es el enfoque de inmersión. Desafortunadamente, la mayoría de los adultos solo pueden aprender habilidades conversacionales muy básicas mediante un enfoque de inmersión puro. El cerebro infantil está preparado para la adquisición del lenguaje y aún así necesita años para controlar su idioma nativo. La inmersión pura es una excelente manera de aprender un idioma si tienes menos de 12 años y mucho tiempo, pero para los adolescentes y los adultos, es un método  lento y frustrante.

A fin de cuentas, la mejor manera de aprender un idioma es mediante un enfoque con el que disfrutes haciéndolo. Los estudiantes motivados aprenden idiomas más rápido y es mucho más probable que prosigan sus estudios a largo plazo. Aprender un idioma requiere meses, incluso años. No hay una única forma de aprender idiomas, pero si encuentras una que te va bien, ¡no la sueltes!